El exgerente de El Tejar en Brasil, retornó a Uruguay para impulsar emprendimientos personales, y en esta entrevista analizó cómo encontró al país, además de comentar sus experiencias a cargo de una importante empresa en el exterior.
“Lo triste es que, con el aumento de costos, se castigó involuntariamente a los sectores que más generan actividad en el interior. Necesitamos ser creativos para revertir esta situación e intensificar al sector ganadero para aprovechar este momento”, comentó Ismael Turbán, exgerente de El Tejar en Brasil, al retornar a Uruguay.
El ingeniero agrónomo uruguayo que estuvo a cargo de una de las principales empresas agrícolas en el país vecino, planteó que, “así como la trazabilidad favoreció a la ganadería, habría que pensar cómo favorecer a la agricultura y la lechería, porque Uruguay tiene una excelente marca, una buena reputación. En agricultura Uruguay tiene solo 1 millón de hectáreas, podríamos generar una certificación de agricultura responsable”.
“Hay que generar valor para poder darle más velocidad al sector, y salir de esta situación de recesión, generando más actividad”
Destacó que hay un camino hecho en ese sentido, “con algunas cosas estamos de acuerdo y otras pensamos que hay que hacerlas diferentes; pero hay que generar valor para poder darle más velocidad al sector, y salir de esta situación de recesión, generando más actividad”.
Turban consideró que en Uruguay “hay mucho por construir”, y que hay que aprovechar la expectativa positiva en el nuevo gobierno. “Hay que ser muy creativos en este momento”, consideró.
Reconoció que Uruguay es un país caro, y lamentó que eso haya perjudicado a los sectores que más necesidad de capital tienen, como la lechería y el arroz. Dijo que incluso en la ganadería, “el que peor la pasó fue el que más invirtió”.
“Por más que se critica al latifundio, esta escalada de costos lo que más favoreció fue al aumento de área y menor inversión de capital por hectárea, menor población en el área rural”
“Por más que se critica al latifundio, esta escalada de costos lo que más favoreció fue al aumento de área y menor inversión de capital por hectárea, menor población en el área rural. Tenemos que ser creativos para ver cómo revertir esa situación que va en contra de lo que a uno le gustaría”, dijo.
También consideró que hay que aprovechar el buen momento del sector ganadero, pero hay que apalancarlo con otros, para generar actividad económica en los pueblos del interior, “donde veo una realidad diferente a la de seis años atrás”.
El retorno a Uruguay
En febrero del año pasado Ismael Turban decidió regresar a Uruguay, “porque el sacrificio familiar fue muy importante”, dijo.
Adelantó que está con un proyecto nuevo, en base a la experiencia adquirida en estos años. Comenzó en tareas operacionales en el campo, en una empresa familiar y terminó manejando una importante empresa corporativa en el exterior. Vivió las crisis de los años 90, el crecimiento agrícola, hasta transformación a la realidad actual.
“Siempre me gustó trabajar en asociaciones… En eso pienso trabajar, no tanto en una tarea ejecutiva, sino desarrollando un proyecto propio. También trataré de desarrollar el área de consultoría y administración”
“Son experiencias que se pueden capitalizar al retornar a la realidad uruguaya. Siempre me gustó trabajar en asociaciones y creo que tengo para ayudar y aportar. En eso pienso trabajar, no tanto en una tarea ejecutiva, sino desarrollando un proyecto propio. También trataré de desarrollar el área de consultoría y administración”, anunció.
Trayectoria
Ismael Turban comenzó a trabajar en El Tejar en 2003, como asesor. Hasta el año 2006 eran cinco familias fundadoras y decidieron abrir el capital a un fondo inversor, con la decisión de comprar activos en diferentes países. En ese momento cerró su consultoría particular y pasó a ser gerente de El Tejar en Uruguay.
En 2013 hubo una reestructuración de la empresa, las familias argentinas vendieron su parte, y quedaron básicamente dos fondos de inversión como dueños de la compañía. En ese contexto, Turban emigró a Brasil para ser el gerente de la empresa en ese país.
El Tejar en Brasil tenía 75.000 hectáreas, 50% propias y 50% arrendadas, eran siete unidades de producción de unas 10.000 hectáreas cada una, todas con su planta de silos ubicadas en el estado de Mato Grosso, con una distancia máxima de 1.100 kilómetros de un campo a otro.
“La única contra que tiene Mato Grosso es que está a 2.500 del puerto, pero tiene una estabilidad productiva increíble. Y el gran problema de Brasil ha sido la corrupción, en todo sentido, no solo en el gobierno, y eso generó problemas graves”
“En los últimos años crecimos de 4.000 a 25.000 hectáreas de algodón. También participábamos de la parte industrial, con el desmotador de algodón, que lo teníamos en el campo. Fue una experiencia muy interesante”, dijo.
La idea original de la empresa era hacer una reestructuración y venta de activos en Brasil. Recordó que en aquel momento el real valía U$S 2, “pero llegué junto con la recesión de 2013 y el real se fue a U$S 4. Como en Brasil todo cotiza en reales, también los activos bajaron de forma significativa, y por eso los accionistas de la empresa decidieron mantenerlos”.
Los pros y contras de Mato Grosso y Brasil
“La única contra que tiene Mato Grosso es que está a 2.500 del puerto, pero tiene una estabilidad productiva increíble. Y el gran problema que ha tenido Brasil ha sido la corrupción, en todo sentido, no solo en el gobierno, y eso generó problemas graves”, sintetizó.
Señaló que “incluso en los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) se ayudó al desarrollo del agro brasileño. Hubo que poner créditos subsidiados para el agro y los pusieron, se generaron infraestructuras de plantas de silos y demás”.
Destacó que Brasil “es un país con dimensiones enormes. Solo en Mato Grosso se plantan 10 millones de hectáreas de soja; y el rodeo brasileño es de más de 200 millones de cabezas. Con una demanda fuerte y una moneda depreciada, podíamos ajustar todos los años nuestros costos productivos”.
“Los brasileños son muy pragmáticos y menos ideológicos que los uruguayos. El agro tiene fuerza en el Parlamento, donde se juntan de distintos partidos a defender los intereses del sector, y sacan cosas adelante cuando hay que sacarlas”
También reconoció que “los brasileños son muy pragmáticos y menos ideológicos que los uruguayos. El agro tiene fuerza incluso en el Parlamento, donde se juntan de distintos partidos a defender los intereses del sector, y sacan cosas adelante cuando hay que sacarlas”.
Comentó que, como hay mucha corrupción, se genera desconfianza y una gran burocracia. Cada documento que tiene valor requiere que quien lo firme vaya físicamente ante una especie de escribano a certificar esa firma.
Al estar más de seis años fuera del país, Turban comprobó que la gran fortaleza de Uruguay es la credibilidad, la confianza y el respeto a los contratos. “Son cosas que tenemos que cuidar”, sostuvo.
La desforestación y Bolsonaro
Sobre la desforestación dijo que “hay mucha desinformación”. Reconoció que Brasil vivió una época de mucha desforestación, pero indicó que la agricultura se hace básicamente sobre el “cerrado”, que es una zona de suelos muy pobres, semiarbustiva, donde en los años de 1970 descubrieron que al encalarlos y al usar fertilizantes podían mejorar la productividad.
Indicó que desde los años 2000 hay un control muy estricto del área forestal. “Hay un Código Forestal que es muy estricto, cada productor está inscripto, está obligado a tener una reserva legal de 10% a 70%. En Mato Grosso es obligatorio tener 30% de área forestal de reserva. Y se considera crimen ambiental ir en contra de eso, e incluso se paga con prisión”, remarcó Turban.
Agregó que hay muchas exigencias, hasta para el drenaje de campo, “incluso, tal vez, hasta se pasaron de estrictos, y hay reclamos de los productores”.
“Hay un Código Forestal que es muy estricto, cada productor está inscripto, obligado a tener una reserva legal de 10% a 70%. En Mato Grosso es obligatorio tener 30% de área forestal de reserva. Y se considera crimen ambiental ir en contra de eso, e incluso se paga con prisión”
Con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil, hubo un mensaje menos estricto hacia lo ambiental, admitió Turban.
También señaló que hay un período seco, de abril hasta octubre, cuando se producen incendios en diferentes regiones del país, porque se aplican prácticas de manejo tradicionales, incluso de productores pecuarios, que queman las pasturas para que rebroten cuando empiece la época de lluvias. Normalmente todos los años hay incendios, desde el Mato Grosso hacia el norte.
“Este año tal vez fue un poco más de lo normal, pero creo que no fue tanto más, sino que hubo un enfrentamiento grande entre las ONG y Bolsonaro, que llevaron a que el tema se politizara y se hiciera más importante de lo que realmente fue”, analizó.
Además, señaló que la presión de los productores franceses por el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea hizo que el presidente francés, Emmanuel Macrón, realizara declaraciones públicas para enviar un mensaje a ese sector, y utilizó este tema para poner obstáculos.
Escuche la entrevista completa: