“Si el gobierno me dice que no se puede hacer nada, voy a vender todo a la miércoles y se acabó Santa Catalina”, dijo Douglas Cortela en Agronegocios Sarandí.

Los ataques de perros a las majadas son un problema sin solución, y que en algunas zonas del país se ha agravado. Uno de los productores que lo ha sufrido en carne propia en el último año fue Douglas Cortela, productor y cabañero de las razas Merino Australiano y Hampshire Down en la zona de Santa Catalina, en el departamento de Colonia.

Cortela dio testimonio de lo que está viviendo en una entrevista con Agronegocios Sarandí, donde informó que “en julio tres perros me mataron 60 ovejas. Matamos a dos y el otro desapareció. Y hace 10 o 12 días encontramos 18 bichos muertos y lastimados. Al otro día encontramos a los perros, iban entrando al campo a las 11 de la mañana. Les tiramos y no pudimos pegarles”.

Agregó que “hace unos días volvieron. Hay 45 (ovejas) lastimadas, y se van muriendo una o dos por día. Van 20 muertas y seguramente se van a morir todas”. Comentó que casi todos los animales fueron retirados de ese potrero, “pero no sé qué vamos a hacer”.

“Hace unos días volvieron. Hay 45 (ovejas) lastimadas, y se van muriendo una o dos por día. Van 20 muertas y seguramente se van a morir todas”

Sobre los perros que causaron los daños, dijo que cree que no son de ningún vecino. “Son perros grandes, aparentemente bastante cuidados. Entraron derecho a agarrar una oveja y la hicieron tiras en un ratito. Hasta que dimos la vuelta para llegar ya habían matado a otra”, detalló.

El cabañero, con innumerables premios de grandes campeones en las principales exposiciones ganaderas del país, incluida la Expo Prado, dijo que los perros hacían el daño por aparente diversión, ya que no comían la carne de los animales muertos.

“Tengo 48 años de trabajo con las ovejas. Si habré visto cosas, pero como esto nada”, expresó.

Respuestas de las autoridades

Cortela destacó que las respuestas de las autoridades a sus reclamos han sido inmediatas, pero que no se plantean soluciones definitivas al problema.

Informó que incluso las principales autoridades del Instituto Nacional de Bienestar Animal (INBA) visitaron su establecimiento. “Vinieron, muy amables, pero lo que piensan hacer no va a servir para nada, ya les dije. Me quedé mal, con gusto a poco”, expresó en referencia a la propuesta de castrar y chipear a los perros.

“Son perros grandes, aparentemente bastante cuidados. Entraron derecho a agarrar una oveja y la hicieron tiras en un ratito”

“Me dijeron que hay más de 2,5 millones de perros. Es imposible bajar la población haciendo eso. Como siempre, van a cortar el hilo por el lado más fino”, comentó, dando a entender que los animales que causan esos problemas son los que no tienen personas a su cargo.

También lamentó que los efectivos de la Dirección Nacional de Seguridad Rural los fines de semana sean asignados a custodiar la playa de Carmelo para evitar aglomeraciones, en vez de estar realizando la tarea de patrullaje en las zonas rurales, como les corresponde.

Por otra parte, Cortela dijo que se comunicó con el subsecretario del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Ing. Agr. Ignacio Buffa. “Me atendió muy bien, y me dijo que estaba esperando una respuesta que no me la podía dar. Me quería morir, pero al menos este hombre fue bien sincero”, destacó.

“Tengo 48 años de trabajo con las ovejas. Si habré visto cosas, pero como esto nada”

A propósito, agregó: “Me dijo que no se podía hacer casi nada, porque todos sabemos lo que hay que hacer, hay que matar perros, no sé cómo, pero hay que sacarlos de circulación, y no se puede hacer porque no hay un marco legal. Así que no sé qué más me queda por hacer…”, dijo.

Cortela anunció que unos días solicitará una audiencia al presidente de la República, Luis Lacalle Pou, “y si también me dice que no pueden hacer nada voy a vender todo a la miércoles y se terminó Santa Catalina”, afirmó.

Santa Catalina

Cabaña Santa Catalina trabaja desde hace 68 años en el mejoramiento genético de Merino Australiano. “Estamos prácticamente al tope. Compramos un carnero en Argentina, lo tenemos que traer, estamos esperando por la pandemia. Para lo que es la empresa, nuestra escala, es un disparate (la inversión), pero ¿para qué vamos a gastar en esas cosas si no va a ser viable tener ovejas acá?”, se preguntó el criador.

Tecnologías que no dieron resultado

Consultado sobre la adopción de tecnologías para minimizar esta problemática, Cortela respondió que “tenemos tres burras. La que parece más agresiva está en el potrero donde ocurrió este desastre. Cuando entramos nos quiere correr, lo mismo a nuestros perros, pero este desastre pasó ahí”.

También comentó que “conseguimos un perro Maremma, y duerme día y noche en el parque. Tiene 10 meses, pero no aprendió y creo que no va a aprender más”.

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