No fue un discurso más para el presidente de ARU, Dr. Pablo Zerbino. Era su primero en la Expo Prado, con la responsabilidad de hacerlo 51 años después que lo hiciera su padre, como él mismo recordó. Tampoco fue un discurso más para el ministro interino de Ganadería, Agricultura y Pesca, Ing. Agr. Enzo Benech, porque era el primero y nadie podía esperar, un mes o menos atrás, que no estuviera allí el titular de la cartera, Ing. Agr. Tabaré Aguerre. Lo cierto es que esta vez el discurso político fue el del representante del Poder Ejecutivo, mientras que el de ARU, en voz de Zerbino, puso énfasis en lo que se hizo, en lo que se comprometió hacer, en lo que no se hace, en lo que se debería hacer y en cómo se lo debería hacer. “Competitividad”, reiteró Zerbino. “Hay agenda”, insistió Benech.  La siguiente nota fue publicada en El País el domingo 17 y pinta lo que fue el acto de cierre en la Expo Prado.

Después de tantos días nublados, tras tanta lluvia, y luego de semanas de buscar en el cielo para encontrar alguna luminosidad, apareció el sol. Y se mostró radiante, hasta veraniego aunque se esté transitando un invierno ya primaveral.

No hay duda que su presencia ejerce otro ánimo en el ser humano. Por miles, los uruguayos se volcaron ayer desde temprano hasta la Rural del Prado y por eso la ceremonia de cierre, antes inaugural, ahora “acto de clausura”, con “discurso de autoridades” y “desfile de grandes campeones”, brilló como hace años no lo hacía. Es que el ruedo central estaba enmarcado por centenares de personas, atraídas por las bandas militares que ejecutaron el himno nacional luego del izamiento de banderas.

Después desfilaron las tres bandas ante el palco y saludaron a las enseñas patrias. La de la Armada dirigida por Natalia Sanabria y con varias mujeres en su integración. Luego la del Ejército y aún con más mujeres a cargo de los instrumentos. Finalmente lo hizo la de la Fuerza Aérea, sin mujer alguna entre sus músicos, pero fue la única que se salió de las marchas militares con una muy buena versión de La Cumparsita, en el centenario de su creación, como remarcó Juan Carlos López, “Lopecito”, una vez más eficaz conductor de la ceremonia, sumando ya su Expo Prado número 48.

Esas presencias femeninas le dieron pie al presidente de la Asociación Rural para hacer una distinción antes de iniciar la lectura de su discurso: “Vaya mi saludo especial a todas las mujeres, aquí y en todo el país, precisamente en El Año Internacional de la Mujer”, señaló, y se ganó los primeros aplausos de la tarde. Aplausos que llegaron en 24 ocasiones durante su discurso, que sumó uno más al cabo del mismo, como corresponde, antes de recibir el saludo del propio ministro interino, del de Relaciones Exteriores y de otros directivos de ARU que estaban en su alrededor.

Precisamente fueron tres los secretarios de Estado presentes (además de los ya nombrados, estuvo Víctor Rossi), cuatro los legisladores (el senador Álvaro Delgado, los diputados Luis Fratti y Juan Federico Ruiz –integrantes de las comisiones de Ganadería) y Jorge Gandini, nadie de la Intendencia de Montevideo (más allá de confirmar su presencia), los embajadores de Corea, Estados Unidos y Canadá; ruralistas de Argentina, Brasil y Paraguay; directivos actuales y pasados de ARU y representantes de la institucionalidad agropecuario. Sin embargo, hubo varios asientos vacíos.

Zerbino se tomó 56 minutos para exponer la visión que tiene ARU sobre lo acontecido en el último año. Se apoyó en una expresión de su padre José Víctor Zerbino que, también presidente de la institución pero en los años 70, había dicho: “La diferencia entre prosperidad y pobreza estriba en el saldo favorable o no entre producción y consumo”. Con el recuerdo de su progenitor, que 51 años atrás había ocupado en el palco el mismo sitial en el que él se encontraba ahora, había comenzado su discurso.

Fue una oratoria donde destacó todo lo bueno que se había hecho en el último año y recordó a figuras que pasaron por ARU (Walter Romay Salvo por el Congreso Mundial de la Carne, al Dr. Alberto Gallinal Heber por los 50 años de Mevir); analizó lo poco que se había hecho en el mundo para alcanzar los retos de cómo alimentar al mundo en 2050 según un foro de expertos de FAO en 2009; uno a uno repasó la actualidad de los sectores del agro en el país brindando datos preocupantes (“los créditos bancarios otorgados al sector agropecuario alcanzan los 2.407 millones de dólares, lo que implica que el 80% de su producto está comprometido”) y dedicó buena parte de su oratoria a las políticas económicas.

Fueron prácticamente tres de las siete páginas de su discurso dedicadas a poner énfasis en la situación y en las dificultades, y fue donde recibió más de la mitad de los aplausos que premiaron su discurso.

Zerbino no se quedó solo en la queja, sino que hizo propuestas. Y fue premiado por la tribuna cuando reiteró que “hoy Uruguay está caro en dólares”, pero mucho más cuando, parafraseando al actual senador José Mujica y su recordado “educación, educación, educación”, expresó que la solución pasa por “competitividad, competitividad, competitividad”, porque su falta “es la causa de la carestía para vivir y producir en Uruguay, y también la causa de la emigración” que tiene a 600 mil uruguayos viviendo en el exterior.

Finalmente y antes de agradecer a quienes hacen posible la exposición, marcó algunos deberes, porque “al ritmo que va la economía no vamos a poder cumplir el plan quinquenal, ni lo proyectado al 2030 y cuánto menos al 2050”.

El ministro interino Enzo Benech también supo sacar aplausos en su oratoria. Fue en momentos donde se salió de lo que tenía escrito y remarcó lo bien que había trabajado con Zerbino y con otros ex presidentes de ARU (Bonica, Symmonds) durante sus presidencias en INIA y en Inase.

Su discurso recordó los de viejos tiempos, donde el  político hacía mención a todo lo que se había hecho durante la gestión. Pero lo hizo remarcando que cada decisión adoptada era en cumplimiento de lo establecido en el programa de gobierno del Frente Amplio. Así, citó lo que en él se decía y lo que se había concretado, presentando cada vez esa suerte de rendición de cuentas bajo el título de “hay agenda”, cosa que proclamó en diez oportunidades, como para pretendiendo acallar a los que dicen que el actual gobierno no la tiene.

Fueron ocho las veces que la tribuna aplaudió a Benech, algunas con timidez, en un discurso que insumió 34 minutos y donde un par de veces se salió de lo escrito para responder a temas tratados antes por Zerbino. Seguramente los mayores aplausos al ministro interino le llegaron desde quienes no estuvieron en la tribuna.

Al cabo del acto y mientras se realizaba el desfile de grandes campeones, el sol seguía brillando.

 

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