La mejora genética de las plantas es imprescindible para dar respuesta a la alimentación del futuro. Sirve paramejorar características como las organolépticas del tacto, gusto, olfato, calidad nutricional y de conservación de los productos.
La mejora genética de las plantas es imprescindible para dar respuesta a la alimentación del futuro. Esta es una de las conclusiones que se pueden extraer de las jornadas de debate celebradas en Cosmocaixa convocadas por B·Debate, Centro Internacional para el Debate Científico –una iniciativa de Biocat y la Obra Social “la Caixa”– y que ha reunido a los mejores expertos mundiales en agrigenómica.
Esta edición de B·Debate, titulada Evolution of plant phenotypes. From genomes to traits, se ha centrado en entender los mecanismos evolutivos de las plantas para seleccionar características de su genoma que influyen en mejoras de todo tipo, desde las características organolépticas del tacto, el gusto y el olfato, hasta la calidad nutricional y conservación de estos productos alimenticios.
Josep Casacuberta, líder científico de este B·Debate y coordinador del programa de genómica de plantas y animales del Centre de Investigación en Agrigenómica (CRAG), asegura que “nos alimentamos de especies inventadas por el ser humano, fruto de la modificación genética”. Los cambios en las variedades vegetales antes se conseguían de forma intuitiva, pero gracias a la investigación científica, actualmente, existen varias técnicas de mejora más precisas como por ejemplo la selección asistida por marcadores o la transgenia.
Sobre esta última cuestión – la transgenia-, el Parlament de Catalunya ha puesto en marcha este año la Subcomisión de Estudio de Transgénicos, que depende de la Comisión de Agricultura, Ramadería y Pesca, para debatir sobre la implantación y el cultivo de transgénicos en Cataluña.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción de alimentos tendrá que aumentar un 70% para abastecer a la población mundial en 2050 y, por tanto, en los próximos 50 años tendremos de producir más alimentos de los que hemos cultivado en toda la humanidad. En el último medio siglo, en el que la población mundial se ha doblado, las mejoras de producción se han conseguido sobre todo aumentando la superficie cultivada, y el agua y los abonos cultivados. Pero tal y como explica Josep Casacuberta, “esto ya no es posible, lo que nos obliga a utilizar todas las herramientas a nuestro alcance, como la mejora en el conocimiento básico de la genética de las plantas”.
De esta forma, mirando hacia el futuro, uno de los principales retos de la agrigenómica es conseguir variedades de plantas más eficientes, con el objetivo de aumentar la producción sin incrementar los recursos de espacio, agua y abono invertidos en cultivarlas. Y todo ello en un contexto en el que el cambio climático dificultará el cultivo.
Fuente: Biocat