Fue creada en laboratorios con células madre, nutrientes naturales y sin químicos, con el objetivo de abastecer la demanda mundial y disminuir los gases de efecto invernadero que provocan los bovinos

Hace algunos años empresas multinacionales como Google impulsan el desarrollo tecnológico aplicado a diversos rubros, incluyendo los alimentos. Hace unos cinco años ya se podían leer los primeros artículos sobre la investigación para el desarrollo de carne artificial, y ahora ya es una realidad.

La primera hamburguesa creada en laboratorio se cocinó y comió en Londres en 2013 y los escépticos enseguida la bautizaron Frankenburger (en referencia a Frankenstein). Se trata de un proyecto dirigido por Mark Post, un investigador de la Universidad de Maastricht, Holanda, que desde hace años estudia la posibilidad de crear carne sintética, a través del cultivo en laboratorio de células madre bovinas.

Ahora los investigadores creen que dentro de cinco años la carne creada in vitro podría llegar a los supermercados. Y eso sin dudas es una gran amenaza para la carne natural, el principal producto de exportación de Uruguay.

El proceso de creación dura tres meses. Las células madre de los músculos de los animales se recolectan con una simple biopsia, para luego ser ‘alimentadas y criadas’ en laboratorio. De esta manera pueden crecer y fortalecerse para crear nuevo tejido muscular, que se desarrolla estirando las células proliferadas entre dos soportes de velcro.

La tendencia innata de estas células para adherirse unas a otras causas, el aumento de volumen y la formación de pequeños filamentos de carne permiten la construcción del producto.

Finalmente, estos filamentos se compactan para dar forma a la hamburguesa. Sin embargo, la carne sintética aún no es exactamente un producto gourmet. Es incolora y para obtener el rojo se le agrega jugo de remolacha.

También le falta el sabor, por la ausencia de grasa y sangre, y por lo tanto se añade a la receta un poco de azafrán, sal, huevo en polvo y pan rallado. Los que la probaron en Londres dijeron que estaba un poco sosa, pero que era muy similar a la carne real, a pesar de algunas diferencias en la textura.

El equipo de investigadores holandeses cree que pronto podrá obtener un producto competitivo, más sabroso y mucho más barato que la hamburguesa cocinada en Londres hace tres años (estimado en 250 mil euros). Según los científicos, las mejoras en la tecnología y el mercado harán que el precio baje y el sabor se podrá mejorar mucho.

La primera pieza, de hecho, consistía en proteínas y fibra muscular, pero la carne es mucho más que eso, es sangre, grasa y tejido conjuntivo, elementos que forman el sabor y la textura.

Los investigadores, además, están buscando maneras para crear chuletas y filetes utilizando tecnologías de impresión 3D. Ellos confían en que, cuando se ofrezca una alternativa valida, las personas la adoptarán, sobre todo “por razones éticas”.

Los investigadores aseguran que es saludable comer carne producida en laboratorio, porque se produce a partir de células madre, que crece con la ayuda de nutrientes naturales y durante el proceso no se añaden productos químicos.

Los objetivos

La idea surge de la intención de contribuir a resolver el hambre en el mundo, proporcionando proteínas animales a quienes no las pueden comprar, sin afectar a la producción ganadera.

Otro de los objetivos de sus creadores es disminuir el impacto ambiental que generan los ganados, con su emisión de CO2, tanto es así que la FAO ha pedido al mundo que empiece a alimentarse con proteínas derivadas de los insectos.

Una alternativa viable y saludable

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que la demanda de alimentos se duplicará en los próximos 40 años por la explosión demográfica mundial y los métodos actuales de producción no podrán satisfacer esa demanda. Por lo tanto, la carne y otros alimentos básicos en la dieta podrían convertirse pronto en artículos de lujo, a menos de no encontrar una alternativa.

Los primeros experimentos para producir carne in vitro fueron realizados a principios de los años noventa por la NASA, para encontrar alimentos que pudieran ser conservados durante largos períodos por los astronautas.

Las investigaciones siguieron en las universidades de Ámsterdam y Utrecht, y en 2008 Peta (la Asociación para el Tratamiento Ético de los Animales) ofreció un premio de US$ 1 millón a la primera empresa que ofreciera a los consumidores carne de pollo creada en laboratorio.

En 2009 la revista Time seleccionó la carne in vitro entre las ideas extraordinarias del año. Finalmente, en 2013, llegó la primera hamburguesa y, si las previsiones de los científicos se cumplirán, el primer bife digno de ese nombre, totalmente sintético, podría llegar a las mesas de los consumidores en el año 2020.

Fuente: http://www.lavanguardia.com

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here