Buen nivel de organización e importantes capacidades técnicas de quiénes trabajan en el campo uruguayo son algunos de los aspectos que destaca una especialista en sistemas de pastoreo y ecosistemas de la FAO.
«Análisis participativo de la degradación de tierras y manejo sostenible de la tierra en pastizales y sistemas de pastoreo». Es el nombre de un proyecto global que lidera la FAO y financia el Fondo Global para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés) en solo cinco países del mundo, entre ellos Uruguay. En esta iniciativa que busca prevenir y mitigar el cambio climático mediante el cuidado de los sistemas de pastoreo de las cuatro principales zonas de pastizales del mundo.
Kenia participa como representante de los sistemas de pastoreo de África del Este, Níger y Burkina Faso representan a los de África del Oeste y el manejo trasfronterizo de los suelos, Kirguistán los de Asia Central y Uruguay, los de América latina y del Bioma Pampa en particular.
En Uruguay se han definido dos áreas piloto para trabajar, una en Rocha y la otra en el Valle del Lunarejo. Dialogamos con Vivian Onyango, la consultora internacional principal de la FAO a cargo de ese proyecto, durante la visita que realizó a Uruguay, del 6 al 10 de noviembre, junto a otros técnicos que atienden la iniciativa.
¿Cuál es la importancia de los pastizales?
Son áreas de gran importancia desde un punto de vista medioambiental, aunque a lo largo de los años no se les ha prestado mucha atención porque no se las consideraba como áreas de gran potencial productivo para la actividad agropecuaria, comparadas con las áreas de producción agrícola. No reciben la misma atención que los bosques, sin embargo continuamos acumulando evidencias de que esas áreas son muy importantes en cuanto a la preservación del medio ambiente.
¿Cuáles son los propósitos ambientales por los cuales es importante cuidar las zonas de pastizales del planeta?
Si miramos el potencial de almacenamiento de carbono y para prevenir fenómenos como el cambio climático que son generados por las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera, los pastizales proveen importantes beneficios medioambientales. Pero sobre todo son muy importantes para las personas que viven allí. Para los medios de vida de los productores de Uruguay, ya sea los ganaderos uruguayos que producen en pastizales naturales como los africanos de la sabana, que producen muchos productos como carne, leche, cuero para diversos propósitos.
¿Cuál es el objetivo del proyecto global que lidera?
Con este proyecto, nuestro objetivo es asegurarnos de poder generar información que pueda ayudar a lograr un mejor manejo de los pastizales de pastoreo y mayor conocimiento de ellos.
¿Cómo surgió el proyecto?
Habitualmente nosotros [la FAO] le hacemos propuestas al GEF: “tenemos una propuesta para trabajar en tal o cuál área”. Pero en este caso, el GEF se acercó explícitamente a la FAO diciendo “estamos interesados en obtener datos sobre los pastizales: ¿estarían dispuestos a hacer esto con nuestro financiamiento?” Esto demuestra que confiaron en nosotros para generar la información y los datos que necesitaban.
¿Cuál es el objetivo?
EL GEF pretende observar la degradación de los suelos que implica la reducción del valor productivo de los suelos y en este caso en las praderas y sistemas de pastoreo. Creen que las metodologías existentes no son exhaustivas y no toman suficientemente en cuenta la percepción de las comunidades involucradas.
¿Ese es el lado innovador del proyecto, que toma en cuenta a las comunidades?
El proyecto es muy innovador porque vamos a utilizar abordajes científicos para establecer si los suelos y los pastizales están en condiciones saludables o no, lo que se le llama degradación. Pero también vamos a respaldar el conocimiento científico con la sabiduría local que a veces tiene muchos, muchos años de antigüedad.
¿Buscan saber cómo preservan sus tierras los productores locales?
Sí. Y también buscamos saber cómo perciben la degradación. Porque a veces, como técnicos podemos decir “esta zona está degradada, porque está llena de especies que no parecen estar en buenas condiciones”. Pero si hablamos con las propias comunidades, que estuvieron gestionando esas tierras durante muchos, muchos años, vamos a ver que probablemente no utilizan el mismo tipo de indicadores para comprobar si sus tierras de pastoreo gozan de buena salud o no.
¿Qué tipo de indicadores se usan para establecer que un suelo está degradado?
Usamos una gran cantidad de indicadores, pero vamos a estar observándolos según los ámbitos. Por ejemplo, uno va a ser el suelo y vamos a establecer una serie de indicadores que permitan establecer si está saludable o no, y en ese caso estaremos buscando el carbón orgánico del suelo. Vamos a las comunidades y les preguntamos cómo establecen que un suelo está en buenas condiciones o no. Y quizá nos digan que está muy erosionado porque el pasto no está creciendo porque el suelo está en mal estado, o porque su ganado no produce tanta leche como hace unos años y vamos a asociar eso con nuestros indicadores. Esto nos va a permitir establecer una metodología mundial para hacer evaluaciones.
¿Se va a aplicar el mismo método a todos los sistemas de pastizales del mundo?
Sí. Pero los indicadores van a variar de un país a otro en función de los grupos a los que pertenece cada indicador. Tenemos distintos grupos de indicadores para evaluar, pero dentro de los grupos los tipos de indicador pueden variar. Por ejemplo, podemos tener el indicador “suelo” y las especificidades que permitan evaluar su calidad pueden ser distintas en Uruguay, Kenia y Kirguistán, pero al final del día, en cada lado estamos trabajando para establecer el estado de salud del suelo.
¿Por qué motivo se eligió a Uruguay para representar el sistema de pastizales del Bioma Pampa?
Inicialmente iban a ser 11 países, pero el proyecto es pequeño y tiene pocos recursos. Entonces decidimos tener menos países. Como es un proyecto de investigación, puede ampliarse luego a otros países. Cuando la metodología se haya desarrollado y lleguemos a la segunda etapa del proyecto en la que se comience a implementar, podremos aumentar la cantidad de países.
¿Qué es lo que ya se ha hecho en el marco de este proyecto?
Tuvimos nuestro primer encuentro internacional en julio que reunió los actores clave nacionales de los cinco países participantes en Roma y ahora estamos recién comenzando las visitas a cada país, para adaptar el proyecto a las especificidades nacionales y prever actividades en cada lugar. Visitamos a las partes interesadas y nos reunimos con las contrapartes para hablar del proyecto y las expectativas. Pero también intentamos establecer cómo el proyecto puede ayudar, fortaleciendo iniciativas que ya estén en funcionamiento y también ver qué se puede aprender de esas iniciativas para el proyecto. Es de ida y vuelta para todos.
¿Cuáles fueron las actividades que realizaron en Uruguay durante su visita?
Visitamos una de las áreas piloto del proyecto en Rocha y nos reunimos allí con uno de los productores. La idea era intentar familiarizarnos con el ecosistema local, pero también con el sistema productivo, con cómo los productores gestionan sus tierras, para ver con qué escala de evaluación vamos a trabajar. Por otro lado, la idea era tener conversaciones iniciales con las comunidades y otras contrapartes, como la Alianza del Pastizal, para saber qué es lo que están haciendo pero también ver cómo podrían contribuir al proyecto. Así que fue muy interesante. Visitamos a dos ganaderos en Rocha y tenemos otra zona piloto, que está situada más al norte en las tierras basálticas, en el Valle del Lunarejo, pero a la cual no hemos podido ir esta vez, pero este viaje era más que nada para hacer un primer acercamiento a la realidad del país.
¿Qué destaca de Uruguay luego de esta visita?
Me sorprendió el nivel de organización, en el campo hay varias asociaciones. Gracias a esas organizaciones logran articular mejor sus necesidades y son más capaces de desarrollar actividades de monitoreo del estado de sus campos. Ese nivel de organización no es algo que se vea en la mayoría de los países. Pero además hay importantes capacidades técnicas, nos reunimos con productores que son agrónomos de formación y que están desarrollando sus propios métodos para evaluar sus tierras, y para mí eso es algo realmente destacable. Además son métodos que se pueden trasladar a otros países. Por otro lado hay excelentes relaciones y mecanismos de diálogo establecidos entre el sector público y el sector privado y eso no es algo común en muchos otros lugares. Aquí se ve que son relaciones bien establecidas y sólidas. Así que estamos entusiasmados porque creemos que vamos a lograr muy buenos resultados aquí.
¿Cómo vieron el estado de los pastizales uruguayos?
Hicimos un recorrido en auto y lo que vimos a primera vista es que muchos parecen estar sanos, pero una vez dicho esto, cuando se habla con los propios productores es otra cosa. Ahí te pueden decir que hay especies que invadieron su campo que antes no estaban y que afectan la productividad. Esas son cosas que habitualmente no se pueden percibir a menos de hablar con alguien que está en el lugar desde hace tiempo y que te permite saber cómo era el campo antes y cómo cambió. Lo que sí sabemos es que no todos los campos están degradados, y vamos a poder trabajar con la gente que tiene pastizales sanos para ver qué es lo que hace distinto a las personas que sí tienen terrenos degradados, para así hacer aportes para la toma de decisiones a nivel local y nacional. Y también, porque es un tipo de proyecto que está pensado para el beneficio global del medio ambiente, nos va a servir para ver qué aportes hacer al debate internacional para lograr avances mundiales. Porque lo que se hace en los pastizales de Uruguay no queda en Uruguay, afecta a otras personas alrededor de todo el mundo. Estamos todos interconectados.
Tomado de www.fao.org/uruguay
Foto: Vivian Onyango, consultora internacional principal de la FAO para el proyecto